La relación entre el mundo y la religión cristiana puede parecer contradictoria a primera vista. Por un lado, se nos enseña a amar a todas las personas como Dios las ama. Por otro lado, se nos advierte específicamente en la Biblia de no amar al mundo. Entonces, ¿qué significa realmente "no améis al mundo" según la religión cristiana? En este artículo, exploraremos este concepto en detalle, analizando las advertencias bíblicas contra los valores mundanos y destacando la importancia de priorizar los principios divinos.
La contradicción entre amar al mundo y no hacerlo en la religión cristiana
Es importante entender que la palabra "mundo" en el contexto bíblico no se refiere a las personas que viven en él, sino más bien al sistema y los valores que están en oposición a Dios. La Biblia nos enseña que el mundo está bajo el poder de Satanás, quien lo utiliza para alejar a las personas de Dios y corromper sus corazones. En este sentido, cuando se nos insta a no amar al mundo, se nos está advirtiendo sobre no adoptar los valores, la mentalidad y las ambiciones del mundo que nos apartan de Dios.
Esta contradicción se encuentra en varios pasajes bíblicos, como en 1 Juan 2:15-17, que dice: "No améis al mundo ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre".
Advertencias contra los valores mundanos en la Biblia
La Biblia está repleta de advertencias contra los valores mundanos y las tentaciones que nos alejan de Dios. Desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo Testamento, los profetas, los apóstoles y el propio Jesucristo nos previenen sobre los peligros de caer en la trampa de amar al mundo en lugar de a Dios.
En 2 Timoteo 3:1-5, el apóstol Pablo advierte sobre los tiempos peligrosos que vendrían, caracterizados por el amor al dinero, el orgullo, la desobediencia a los padres y otras actitudes egoístas. Estas palabras nos recuerdan que vivimos en un mundo lleno de tentaciones y que nuestra prioridad debe ser mantenernos firmes en nuestros principios divinos en lugar de dejarnos llevar por los valores del mundo.
La importancia de priorizar los principios divinos
Amar al mundo en el sentido bíblico no significa no tener compasión por las personas que viven en él, sino más bien rechazar los valores y las actitudes que van en contra de los principios divinos. Como cristianos, debemos priorizar los principios eternos de Dios sobre los valores temporales y mundanos.
Cuando realmente entendemos y abrazamos los principios divinos, nuestras prioridades cambian. En lugar de buscar la riqueza material, buscamos la prosperidad espiritual y la comunión con Dios. En lugar de buscar el reconocimiento y la fama, buscamos la humildad y la obediencia a los mandamientos de Dios. Nuestra vida se transforma por completo al someternos a la voluntad de Dios y centrar nuestros corazones en lo que realmente importa en el contexto eterno.
Amar a las personas pero mantener el amor a Dios prioritario
Si bien es importante amar a todas las personas como Dios las ama, también debemos ser cautelosos para no permitir que nada ni nadie compita con nuestro amor y devoción a Dios. Jesús nos dice en Mateo 10:37-39: "El que ama al padre o a la madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama al hijo o a la hija más que a mí, no es digno de mí. Y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que pierde su vida por causa de mí, la hallará".
Estas palabras de Jesús nos recuerdan la importancia de poner a Dios en primer lugar en nuestras vidas. Amar a nuestras familias, amigos y a todas las personas es esencial, pero siempre debe estar subordinado al amor y la obediencia a Dios.
"no améis al mundo" según la religión cristiana implica no adoptar los valores mundanos y las actitudes que nos alejan de Dios. Debemos ser conscientes de las tentaciones y advertencias bíblicas contra los valores mundanos y priorizar los principios divinos en todas las áreas de nuestras vidas. Amar a las personas es esencial, pero siempre manteniendo nuestro amor y devoción a Dios en primer lugar.
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