Los principados y las potestades son términos que aparecen en la Biblia y se refieren a entidades espirituales malignas que se oponen al pueblo de Dios. Estos seres invisibles son mencionados a lo largo de las Escrituras y su significado bíblico va más allá de meros títulos o rangos. En este artículo, exploraremos quiénes son los principados y potestades en la Biblia, qué representan y cómo afectan la vida de los creyentes. Además, examinaremos la victoria de Cristo sobre estas fuerzas del mal y la soberanía de Dios sobre todas las autoridades. También discutiremos la importancia de la obediencia a las autoridades terrenales.
¿Quiénes son los Principados y Potestades en la Biblia?
En la Biblia, los principados y potestades se mencionan como huestes espirituales de maldad que tienen dominio sobre ciertos territorios y ejercen poder e influencia sobre las personas. Estas entidades son consideradas como seres espirituales malignos, dirigidos por Satanás, quien es descrito en la Biblia como el príncipe de este mundo. Los principados y potestades son parte de la jerarquía celestial caída y están involucrados en la promoción del pecado, la maldad y la oposición a Dios y a su pueblo.
En el libro de Efesios 6:12, se nos dice claramente que nuestra lucha no es contra carne y sangre, es decir, no es una batalla física contra seres humanos, sino contra principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo y huestes espirituales de maldad en las regiones celestiales. Esto muestra que estos poderes espirituales son reales y que su influencia se extiende a través de las regiones celestiales.
La derrota de los Principados y Potestades por Cristo
A pesar del poder aparente de los principados y potestades, la Biblia también nos enseña que Cristo ha derrotado a estos seres espirituales malignos a través de su muerte y resurrección. Colosenses 2:15 nos dice que Jesús despojó a los principados y a las potestades, exhibiéndolos públicamente como vencidos en la cruz. Esto significa que Cristo triunfó sobre ellos y los privó de su poder y autoridad.
La obra redentora de Jesús en la cruz no solo nos otorga la salvación y el perdón, sino que también nos libera del poder y la influencia de los principados y potestades. 1 Juan 3:8b declara: "Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo." Por lo tanto, como creyentes en Cristo, podemos vivir en victoria sobre el mal y superar las estrategias del enemigo, sabiendo que ya han sido derrotadas por nuestro Señor.
La soberanía de Dios sobre todas las autoridades
A pesar de que los principados y potestades tienen poder e influencia en el mundo, es importante recordar que todas las autoridades, tanto celestiales como terrenales, están sujetas al control soberano de Dios. Romanos 13:1 nos enseña que no hay autoridad que no provenga de Dios, y que las autoridades que existen han sido establecidas por Él. Esto incluye tanto autoridades humanas como principados y potestades espirituales. Ninguna autoridad puede actuar fuera del permiso o la voluntad de Dios.
La Biblia deja en claro que Dios es el supremo gobernante sobre todas las cosas y que tiene el poder para poner fin a cualquier autoridad o dominio maligno. Efesios 1:21 nos dice que Jesús está por encima de todo principado, autoridad, poder y dominio, tanto en este mundo como en el venidero. Esto significa que ningún principado o potestad puede prevalecer sobre el poder de Cristo y que, en última instancia, todos estarán sujetos a su señorío.
La importancia de la obediencia a las autoridades terrenales
Aunque los principados y potestades están sujetos a la soberanía de Dios, la Biblia también nos llama a la obediencia a las autoridades terrenales. Romanos 13:1-2 nos insta a someternos a las autoridades superiores, porque todas las autoridades han sido establecidas por Dios. Esto significa que debemos respetar y acatar la autoridad humana, cumpliendo con las leyes y regulaciones establecidas por ellas.
La obediencia a las autoridades terrenales no significa que debemos someternos ciegamente a cualquier mandato que viole los principios y mandamientos de Dios. Si una autoridad terrenal ordena algo que está en contra de la voluntad de Dios, debemos obedecer a Dios en lugar de a los hombres. Sin embargo, en general, la obediencia a las autoridades terrenales es parte del plan divino para mantener el orden y la justicia en la sociedad.
Los principados y potestades son seres espirituales malignos que se oponen al pueblo de Dios. Sin embargo, gracias a la victoria de Cristo en la cruz, hemos sido liberados del poder de estos seres y podemos vivir en victoria sobre ellos. Además, la soberanía de Dios se extiende sobre todas las autoridades, tanto celestiales como terrenales, y debemos estar sujetos a ellas en la medida en que estén de acuerdo con los principios de Dios. Así que sigamos sirviendo a Dios y resistiendo al diablo, sabiendo que nuestro Señor ha derrotado a todos los principados y potestades.
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